viernes, 20 de marzo de 2015

Gemma Lienas: «No estoy dispuesta a bajarme del mundo»

Sería vulgar comenzar diciendo la edad de Gemma Lienas. Por eso diremos, mejor, que no es una jovencita en su primer vuelo. Todo lo contrario: autora veterana, con una sólida trayectoria literaria a sus espaldas; gran conocedora del mundo editorial, que ha ocupado su actividad profesional durante largas etapas de su vida, su nombre hace décadas que encandila a lectores de todas las generaciones. Sin embargo, leyéndola cualquiera podría pensar que se trata de alguien que acaba de salir de la adolescencia. ¿El secreto? Una aguda capacidad de observación, un dominio absoluto de tratamiento de las emociones, mucho oficio y, según ella reconoce, una dieta en la que no falta el chocolate. 
—Facebook, hackers, series anglosajonas de última generación, Minecraft, whatsapps, lenguajes informáticos, comunidades de geeks... Leyendo esta novela algún desinformado podría pensar que su autora tiene 25 años. ¿Sigue alguna dieta secreta para mantenerse intelectualmente tan joven?
 
—Me encanta comer chocolate, tal vez sea esto ;-)  Ahora en serio, creo que envejeces cuando decides apearte de lo que ocurre en el mundo. Y yo no estoy dispuesta a bajarme. Desde 1987, en que me compré un ordenador con el primer premio que gané, hasta el 2015, en que doy conferencias y cursos por Skype, no he dejado de explorar las nuevas tecnologías. Pero, sobre todo, lo más importante de mi dieta es la lectura: soy una devoradora de libros y eso ayuda a estar en forma.
—¿Por qué el síndrome de Asperger?
—Me interesa todo lo que tiene que ver con nuestro cerebro, con nuestra mente, la cognición y las emociones. En mi casa hay más de 10.000 libros y una parte de ellas son de psiquiatría y psicología. Que se sepa: cuando vuelva a nacer seré neuropsiquiatra. Así que, a menudo, mis novelas giran en torno a problemas psicológicos. Y el síndrome de Asperger, que es una forma leve de autismo, en la que la inteligencia está conservada pero la interacción social resulta difícil, entra en este tipo de temas que me apasionan. Me acabó de motivar el hecho de que cerca de mi hay una persona con este síndrome.
Pone los pelos de punta ver en acción al pederasta de su novela. ¿En qué momento decidió que debía tratar este asunto en toda su crudeza? 
—Yo tenía en la cabeza una novela en la que el protagonista era un chico Asperger de 16 años,  con una gran habilidad para la informática, pero aún no sabía qué le ocurría cuando leí una noticia en el periódico: acababan de detener a un pederasta. Entonces, lo tuve claro: Sam iba a verse envuelto en la persecución digital de un delincuente de ese tipo. Y decidí tratarlo con la máxima crudeza porque me parece un tema duro que no se puede suavizar.

—Por contraste, la historia de amor es una de las más bonitas, divertidas y tiernas que he leído nunca. ¿El sentido del humor es un recurso para contar de otro modo lo que se ha contado tantas veces? ¿Es posible contar el amor de un modo diferente? ¿Hay que intentarlo? 

—Me encanta que te haya gustado la historia de amor. No sé si tenía en la cabeza contar una historia de amor diferente, pero está claro que con un protagonista “diferente” la historia puede serlo. Y por otro lado el recurso del humor me parece importante no sólo en las historias de amor sino en general en cualquier historia. Lo utilizo mucho, por ejemplo, para contar historias muy duras sin que resulten trágicas o lacrimógenas.
-Emili Teixidor decía: “Novela juvenil es aquella que también pueden leer los jóvenes”. ¿Está de acuerdo? ¿Añadiría algo? 
—No añadiría nada. Me parece una definición perfecta. Emili casi lo era ;-)

—¿Cuál es la frase que más se repite a sí misma cuando está escribiendo? 

—No me repito una frase sino una imagen, la de un lector concreto (una persona conocida y querida, distinta para cada novela). Y pienso: ¡ojalá le guste!