jueves, 4 de septiembre de 2008

Cristina Grande: «Lo trágico y lo cómico están unidos por una tensa cuerda sobre la que caminamos los funambulistas»

Por Hilario J. Rodríguez

-Naturaleza infiel parece la conclusión de un ciclo narrativo.

Podría considerarse el final de una trilogía, pero también parte de una pentalogía en construcción, aunque al no ser una estructura premeditada no me sirve demasiado a la hora de ponerme a trabajar. Trabajar me parece más importante que pensar.

-Dos libros de cuentos (La novia parapente y Dirección noche) que pueden leerse como novelas y una novela (Naturaleza infiel) que puede leerse como un libro de cuentos.
Los géneros se hibridan cada vez más. Antes me resultaba chocante que se dijera de un libro de cuentos que en el fondo era una novela, porque esa apreciación era como admitir que no se había hecho bien el trabajo, que había algo fallido en esa especie de «quieronopuedismo»; la novela vende más, como si fuese un producto con la C de calidad, pero en el caso de la literatura esa etiqueta no es del todo fiable. No sé. Yo escribo cuentos porque me siento cómoda en las distancias cortas (se ajustan más a mi fisiología), y si esos cuentos se refuerzan unos a otros y nadan juntos como un banco de sardinas que parece un único organismo, ya podemos decir que hemos escrito una novela.

-Tu estilo resulta difícil de domar: conciso y elaborado, seco y poético, irónico y melodramático…
Supongo que es un estilo tenso. Cuando tiendo la colada, me disgusta que las cuerdas se vengan abajo con el peso de las prendas. La cuerda debe estar bien tirante y el peso bien distribuido. Los grandes maestros (Chejov, Natalia Ginzburg, Sebald, Richard Ford, Pamuk...) nos enseñan mucho al respecto.

-Naturaleza infiel está poblada de fantasmas, seres contradictorios, gente que muere de pronto y varias páginas después regresa a la vida, gente viva que actúa como si estuviese muerta, viejos con espíritu de jóvenes…
Hay muertos que siguen vivos durante muchos años. Su ausencia física puede ocupar una gran parte de nuestras vidas, y eso es tan real como la factura del teléfono o como que te pille un chaparrón en la calle. Algunas muertes se repiten una y otra vez como en un bucle electrónico de retroalimentación, el tiempo, entonces, pasa a un segundo plano. Y hay gente viva, es verdad, que actúa como si estuviese muerta porque en un momento dado esas personas se diluyeron, dejaron de querernos y, por tanto, de interesarnos.

-El pasado y el presente se alternan de un párrafo a otro, de una frase a otra, a veces de una palabra a otra. Sin embargo, los personajes son náufragos sin futuro, también la historia.
¿Sin futuro? A mí no me lo parece. Quizás son náufragos, pero que buscan la salvación, que desfallecen y, a veces, mueren, pero siempre hay algún superviviente que tendrá que contar la historia de sus desventuras.

-Aunque el universo que se describe sea ante todo femenino (abuelas, tías, madres, hijas y hermanas), hay algo de elegíaco con respecto a los hombres (el padre que muere, el novio que podría haber cambiado el destino de la protagonista, el vampiro nocturno que se niega a dejarse seducir).
El vampiro es el más inteligente de la novela, el que huele de lejos el peligro y se aleja de él porque el mundo, para él, no admite ninguna clase de caos. El padre es un ser trágico por propia elección, como si supiese que la muerte es paradójicamente lo que le mantendrá con vida . El novio es el más humano, el que se atrinchera en su debilidad para sobrevivir y lo consigue. Los hombres son poderosos por una cuestión de contrapeso, porque las mujeres lo son.

-La familia y la amistad son los vínculos más estables, más aun que el amor. Renata, a pesar de eso, mantiene cierto idealismo y cree que quizás algún día pueda encontrar al príncipe azul que la salve de sí misma.
Su fe en el príncipe azul es lo que finalmente va a salvarla. La familia y la amistad son la cara B del amor. «All you need is love», decía aquella canción de Los Beatles. Renata, como su madre, es en el fondo un personaje optimista.

-Buscar la serenidad en medio de la tormenta, describir con pulso firme la inconsistencia de nuestras relaciones, hacer que lo trágico suene cómico… En lugar de escritora, eres una equilibrista.
Pues las relaciones humanas son, precisamente, las que dan mayor consistencia a nuestras vidas, son el espesante sin el que no podríamos tragar nada. Lo trágico y lo cómico no están tan distantes, están unidos por una tensa cuerda sobre la que caminamos los funambulistas.